Las provincias de Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y la Intendencia de Costa Rica constituían la Capitanía General de Guatemala cuando el 15 de septiembre de 1821 declararon su independencia de España. Las provincias continuaron juntas hasta 1838 cuando se rompió el lazo de unión entre ellas y cada una estableció su independencia y soberanía absoluta para llegar a ser las Repúblicas de Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica, tal como se conocen hoy (2009).
Desde su independencia de España ese septiembre de 1821 hasta mayo de 1854 los nicaragüenses vivieron esos primeros 33 años de vida independiente afanados en pugnas y venganzas entre hermanos, en guerras intestinas entre las ciudades de León y Granada… penosamente como preámbulo de aún más destrucción, más muertes y más venganzas que continuaron durante los tres años siguientes en otra guerra que inició como «guerra civil» y que se convirtió en «guerra nacional» por la participación del filibustero estadunidense William Walker y de los ejércitos de los hermanos centroamericanos.
La fecha de transición de «guerra civil» a «guerra nacional» no es precisa. Sin embargo, los historiadores han escogido la fecha de la firma del pacto entre los liberales de León y los conservadores de Granada para unir sus fuerzas contra Walker (12 de septiembre de 1856) como la fecha que marca esa transición, a pesar de que Walker desembarcó en Nicaragua el 16 de junio (1855) y que ya para el 13 de octubre (1855) Walker era amo de la situación política y militar del país y que el 29 de junio (1855) participó en la primera batalla de Rivas y, además, que el 1° de marzo (1856) Costa Rica declaró la guerra a los filibusteros.
Desde el descubrimiento de Nicaragua, se conocía que Nicaragua tiene las condiciones favorables para un posible canal interoceánico que acorte las distancias entre los dos océanos. A mediados del siglo 19 Inglaterra sabía que el río «San Juan de Nicaragua» era la mejor ruta de comunicación acuática a través del istmo de Centro América y que de la posesión del puerto San Juan del Norte dependía el señorío de ese pasadizo interoceánico. Es por ello que Inglaterra trató de controlar la costa Caribe de Nicaragua para posesionarse de esa ruta o, al menos, manejarla para restringir la competencia comercial que le comenzaba a desafiar Estados Unidos como naciente potencia industrial. En ese entonces la ruta por Panamá no era tan apetecida como la de Nicaragua, a la vez que los nicaragüenses permanecían ocupados en pleitos entre hermanos y era pues, una presa fácil.
La costa de la Mosquitia o Costa Atlántica sin lugar a dudas pertenecía a Nicaragua al momento de la independencia de Centro América, derecho reconocido en el Tratado de Versalles de 1783 por el que Inglaterra regresó a España las costas al Atlántico de Honduras y Nicaragua.
Sin embargo, desde 1841 Inglaterra reavivó su apetito por la costa mosquitia y comenzó esporádicas visitas con sus cañoneras a San Juan del Norte hasta que en enero de 1848 invadió con su marina el puerto San Juan del Norte y el río San Juan de Nicaragua, cobijó con la protección de la Corona inglesa al presunto rey mosco y lo dejó en cuido del despojo. 1 A Bolaños, Vega B.
Para mediados del siglo 19 Estados Unidos apareció como potencia emergente y rival comercial de Inglaterra. La producción y población de Estados Unidos estaba ubicada principalmente en la costa Este (hacia el Atlántico) del país y su comercio con Asia, China e India resultaba desfavorable por la gran distancia que debían recorrer sus veleros para navegar casi hasta el polo sur, darle la vuelta al Cabo de Hornos y continuar desde allí la travesía del enorme océano Pacifico para llegar a esos mercados asiáticos. Para Estados Unidos, un canal interoceánico resultaba indispensable para su comercio, no tanto así para Inglaterra.
Ya para 1840 los barcos a vapor que sustituían a los veleros comenzaron a aportar una notable contribución en la conquista de las rutas marítimas comerciales y por ello el comercio mundial se intensificó. Además, la construcción de un canal interoceánico ya era técnicamente posible.
En enero de 1848, James Wilson Marshall encontró pepitas de oro en California y la noticia se propagó en el mundo entero atrayendo gran cantidad de personas que viajaban desde el resto de los Estados Unidos y de los otros continentes hacia California en busca de fortuna. Viajaban por barco por la ruta de Cabo Hornos, después por Nicaragua y Panamá o en caravanas de carretas atravesando el ancho continente de América del Norte.
Este fenómeno se llamó «la fiebre del oro», que revivió la necesidad de un canal interoceánico y produjo la formación de rutas de tránsito de pasajeros entre el Este de Estados Unidos hacia Nicaragua y Panamá para cruzar por tierra al mar Pacífico y continuar por mar hacia California, y viceversa. Esto trajo consigo la oportunidad para que Nicaragua iniciara una marcha hacia un porvenir de prosperidad y ventura, pero no sucedió así.
En 1849 Nicaragua le concedió al Comodoro Vanderbilt derechos exclusivos para construir un canal, ferrocarril o carretera y cobijó esta concesión bajo la protección de Estados Unidos que reconocía la soberanía de Nicaragua sobre esa ruta canalera. Inglaterra advirtió a Nicaragua que no permitiría ninguna alteración de su posición de respaldo a Costa Rica a la que desde antes le reconocía el derecho de posesión de la ruta canalera.
Estados Unidos reaccionó informándole a Costa Rica que este contrato de Nicaragua con Vanderbilt estaba bajo la protección especial y garantía de Estados Unidos y que no reconocería ni permitiría pretensión alguna que Costa Rica pueda alegar sobre cualquier parte del territorio nicaragüense. Los dos gigantes, Inglaterra y Estados Unidos, llegaron a arreglar sus diferencias mediante el Tratado Clayton-Bulwer (19 de abril de 1850) en el que ambos estipularon que ni Inglaterra ni Estados Unidos mantendría ni obtendría para sí mismo ningún control exclusivo del canal; y que ninguno de los dos construiría ni mantendría fortificación alguna que domine el canal… ni ocuparía, fortificaría o colonizaría, ni tomaría o ejercería dominio alguno sobre Nicaragua, Costa Rica o la Mosquitia. 2 A. Bolaños
Una buena parte de los estadounidenses entonces creían que la «misión» que Dios le había confiado a Estados Unidos era la de llevar la virtud de sus instituciones –la democracia y la libertad– a todos los pueblos del mundo. A esto le llamaban el “Destino Manifiesto” (“destino” porque era mandado por Dios; y “manifiesto” porque era evidente).
Estados Unidos estaba dividido entre los Estados del Norte donde no se permitía la esclavitud y los Estados del Sur que eran esclavistas. Los Estados del Norte continuaban extendiéndose gracias a la conquista del Oeste, al crecido flujo de inmigrantes que acudían a Estados Unidos de todas partes del mundo en busca de libertad, y a las posturas morales y religiosas que hacían crecer un fuerte sentimiento que fomentaba la abolición de la esclavitud. Mientras tanto, en el Sur, para proteger su sistema esclavista, aparecían partidarios que propiciaban la anexión de Cuba y la conquista de México y de Centroamérica a los Estados del Sur para formar la Confederación Sureña. Este sueño sureño se basaba también en el «Destino Manifiesto» definido por ellos para su sistema esclavista.
Así pensaba William Walker –consagrado esclavista y creyente en el «Destino Manifiesto» sureño– quien en 1853 intentó invadir Baja California y Sonora para separar esa región de México con la idea de fortalecer la posición estratégica de los estados esclavistas. Fracasó y fue tratado como un filibustero, pero sus intentonas hallaron eco en varios medios norteamericanos que los saludaron como héroe.
El 9 de diciembre de 1825 el Congreso Federal de Centroamérica, por petición hecha por los mismos pobladores de Nicoya (El Guanacaste) que ya no aguantan las luchas intestinas de Nicaragua, emite Decreto por el que “… teniendo en consideración las reiteradas solicitudes de las autoridades y cuerpos municipales de los pueblos del Partido de Nicoya, por el que éste sea segregado del Estado de Nicaragua, y agregado al de Costa Rica… Arto 1° - Por ahora y hasta que se haga la demarcación del territorio de los Estados… el Partido de Nicoya continuará separado del Estado de Nicaragua, y agregado al de Costa Rica”.
Dice el refrán: «Tonto es el que presta un libro y más tonto es el que lo devuelve» ¿Cuán tonto será el que da una parte de su territorio para que se lo cuide otro? ¿Y cuán tonto será el que lo devuelva? «¡Jamás de los jamases!», dijo Costa Rica.
Eso es lo que le pasó a Nicaragua por estar los partidos políticos (y los políticos mismos) enfrascados en guerras intestinas entre serviles contra fiebres (después llamados timbucos contra los calandracas, o conservadores contra los liberales; o sea, en resumen, Granada contra León). Nicaragua se quedó pues, «oliendo el dedo» con lo del Guanacaste, y más...
Sea como fuere, Costa Rica, al igual que hoy (2009) «está en lo que debe estar», está pues, ocupada trabajando por su propio bienestar. Allá por 1832 comenzó su cultivo del café y para 1850 ya Costa Rica exportaba unos 150,000 quintales anuales. Costa Rica no tenía entonces ni puerto al Atlántico ni caminos, y su comercio lo hacía a través de Puntarenas –puerto al Pacífico que obligaba a sus productos viajar dándole la vuelta al Cabo de Hornos– y anhelaba que sus productos de exportación viajaran desde la Meseta Central por el río Sarapiquí, afluente del río «San Juan de Nicaragua», luego por el río «San Juan de Nicaragua» para salir al mar Caribe por el puerto San Juan del Norte (en ese momento controlado por Inglaterra por medio de su tal protectorado mosquitio).
A mediados del siglo 19, convencidos de que Nicaragua era una presa fácil, Costa Rica se preparó para la toma expansionista del río «San Juan de Nicaragua» y del gran lago (“Cocibolca” o “de Nicaragua”) y para esta conquista estableció el servicio militar obligatorio para hombres de 15 a 60 años de edad y hacía prácticas militares los días domingo en los campos de la «Sabana». Compró 500 rifles minié, el mejor de entonces, que ni el ejército de Estados Unidos tenía.
En enero de 1848, después de que Estados Unidos derrotó a México en la guerra de 1846-48 y expandió grandemente su territorio, los ingleses invadieron y tomaron por la fuerza el puerto San Juan del Norte, el río «San Juan de Nicaragua» y la fortaleza de «El Castillo» y dejaron como autoridades de este despojo a los súbditos mosquitios. Costa Rica respaldó ese atropello inglés y don Felipe Molina, Ministro (embajador) tico ante Washington escribió: “… a Costa Rica le conviene que San Juan sea de una nación civilizada y no de esos salvajes nicaragüenses que lo tienen ahora”. Y más adelante sugiere: “¿Por qué no contratamos unos cuantos mercenarios norteamericanos para que… nos ayuden, nos apoderemos del Castillo y se los quitemos a los nicas?”
En 1852 la “Compañía del Tránsito” de Vanderbilt ya estaba trasladando miles de pasajeros a través de Nicaragua y la necesidad del canal por Nicaragua cobró mayor importancia. Para ello, se reunieron a puertas cerradas en Washington el Embajador inglés, Crampton, el Secretario de Estado de Estados Unidos, Daniel Webster, y el Ministro de Costa Rica ante Estados Unidos, don Felipe Molina. Nicaragua no fue tomada en cuenta y todos ellos le «echaron la vaca» al acordar que al Reino Mosquitio (Inglaterra) le quede un tercio de Nicaragua (la parte Atlántica: la Mosquitia); que a Costa Rica le quede el Guanacaste hasta la margen sur del gran lago de Nicaragua, que también le quede el río «San Juan de Nicaragua» y además, el derecho de navegación en todo el gran Lago compartido con Nicaragua que es la dueña legítima del lago; y que a Estados Unidos le queden los derechos exclusivos del posible canal. En resumen, a Nicaragua otra vez la quieren dejar «oliéndose el dedo». Gracias a Dios este despojo no llegó a materializarse porque una vez más a Nicaragua «lo salvó la campana» cuando a mediados de 1852 don José de Marcoleta, ministro de Nicaragua en Washington, se dio cuenta de esta tentativa de despojo y sustrajo a escondidas del Departamento de Estado de Estados Unidos copia del documento con el que alertó al Gobierno del Director don José Laureano Pineda y a la opinión pública mundial. A Marcoleta Washington lo declaró persona non grata y tuvo que abandonar el país.
A pesar de esta frustrada tentativa, el constante apetito de los ticos por el río «San Juan de Nicaragua», por el gran Lago y mucho más si pudieran, continuó. En 1854 Costa Rica firmó un contrato con una «Costa Rica Transit Company», que en realidad era de Vanderbilt, otorgándole privilegios exclusivos de navegación en el río «San Juan de Nicaragua» y el gran Lago y con esto pretendió engullirse el gran Lago en sus ansias de conquistas expansionistas. Sin embargo, esta empresa tuvo una vida muy efímera cuando Vanderbilt adquirió más acciones de la compañía Accesoria del Tránsito por Nicaragua –que le era más productiva– y a la vez falleció don Felipe Molina, quien era el gran arquitecto impulsador de las ambiciones costarricenses. 3 A Bolaños 4 A Bolaños
NICARAGUA - PRIMEROS 33 AÑOS DE VIDA INDEPENDIENTE
De 1821 hasta 1854 habían transcurrido 33 años de vida independiente para Nicaragua. La población creció de 175 mil a 210 mil habitantes. Tuvo 2 constituciones (1826 y 1838) y otras dos non natas (la de 1848 y la de 1854).
Entre muchos hechos lamentables sobresalen: el alzamiento de Cleto Ordóñez en 1823; la sedición de Pablo Méndez en 1824; el sitio a León en 1824-25; la guerra Argüello-Cerda de 1827-29; la dictadura del gran mariscal Casto Fonseca de 1843-45; el sitio de Malespín a León en 1845; los ataques a San Juan del Norte por los ingleses desde 1841 a 1848; el golpe de «Estado» contra Laureano Pineda en 1851, el bombardeo y destrucción de San Jual del Norte el 12 de julio de 1854 por la Corbeta estadunidense «Cyane». Vega B
Muertes violentas de Jefes de Estado y ex Jefes de Estado: Pedro Benito Pineda asesinado en 1827, Manuel Antonio De la Cerda ejecutado en 1829, José Zepeda asesinado en 1837, Emiliano Madriz asesinado en 1845.
En tres ocasiones el gobierno centroamericano envió pacificadores a Nicaragua para ayudar a restablecer la paz: Justo Milla, Manuel Arzú y Dionisio Herrera. En dos de esas ocasiones el pacificador llegó a ser Jefe de Estado de Nicaragua después de lograr la paz: Arzú y Herrera.
En resumen, en vísperas de inicio de la guerra civil de 1854, Nicaragua cumplía sus primeros 33 años de vida independiente colmados de anarquía, con guerras intestinas y luchas a muerte generalmente inducidas y organizadas por cabecillas ―los siempre «iluminados caudillos»― llenos de ambiciones personales por el control del poder. El pueblo se encontraba mucho más pobre que antes de la independencia.
Dada las condiciones favorables de Nicaragua para la construcción de un posible canal interoceánico, la "fiebre del oro" en California en 1848 puso a Nicaragua en un nuevo entorno sociopolítico con motivo de la afluencia de miles de personas que a través del río «San Juan de Nicaragua», el gran Lago y el Istmo de Rivas hacían la travesía del Atlántico al Pacifico, y viceversa. En vez de aprovechar las ventajas que ese comercio y tránsito pudo traerle a Nicaragua, se entró más bien en un período de más derramamiento de sangre, más venganzas atroces y eventos llenos de ilegalidades e ilegitimidades durante la guerra civil que se transformó en la Guerra Nacional. 5 A Bolaños
Fruto Chamorro electo Presidente - En 1853 salió electo el General de División don Fruto Chamorro (conservador, granadino) para el período del 1º de abril de 1853 al 1º de abril de 1855 (dos años), para el cargo de Director del Estado, o sea jefe del Poder Ejecutivo. Don Fruto mostró sus deseos por un gobierno que impusiera el orden «que prescriba prevenir los males antes que remediarlos»; y que periodos de dos años (como mandataba la constitución de entonces) no brindan suficiente tiempo para hacer algo beneficioso para la nación.
Don Fruto prescribía un viraje que sujetara la anarquía y restableciera el orden y la disciplina porque la constitución vigente (la de 1838), calcada de la constitución federal de Centro América de 1824, que a su vez fue inspirada en la de Estados Unidos de América, no había resultado apropiada para Nicaragua porque estimuló saltar de un régimen de tres siglos de orden vertical (régimen colonial), al de una república que obsequiaba una desconocida libertad que el nicaragüense había convertido en libertinaje y anarquía.
A partir del 28 de febrero de 1854, al jefe del poder ejecutivo ya no se le llamó Director sino Presidente, nombre que comenzó a aplicarse a don Fruto Chamorro y que sólo significó un cambio de nombre. Por ello muchos han creído, equivocadamente, que el primer Jefe del Poder Ejecutivo o Jefe de Estado de Nicaragua fue don Fruto Chamorro como que si antes de él nunca existió ningún Jefe del Poder Ejecutivo en Nicaragua. Ya habían existido 33 directores (Jefes de Estado). Don Fruto fue el No. 34 que ahora usaba el nombre de Presidente en vez de Director. |
Ya en 1848 se había hecho un intento de seria reforma constitucional que no llegó a materializarse. Por todo esto, el 16 de mayo (1853), mes y medio después de tomar posesión, don Fruto convocó a elección de diputados a una Asamblea Constituyente para llevar a cabo la revisión total de la Constitución de 1838.
Los liberales de León temían el giro dictatorial que creían que mostraba don Fruto quien a su vez alegaba tener informes secretos de investigaciones que le indicaban que León estaba fraguando un golpe de estado contra su gobierno y por ello persiguió a algunos prominentes liberales leoneses. Al doctor Máximo Jerez inicialmente lo confinó a Acoyapa y después le permitió abandonar el país voluntariamente. Don Francisco Castellón, don José Guerrero y otros líderes liberales lograron huir anticipadamente a Honduras.
Los tradicionales rencores entre León y Granada se acrecentaron y nuevamente sonaron los tambores de guerra que anunciaban una revolución más.
Violencia Política El fondo de todo el drama de nuestra cultura política es esa compulsión a apartar al competidor político. Para ello se utiliza varios recursos, desde la expulsión, la cárcel hasta la eliminación física. También se utilizan subterfugios legales con ese fin. Emilio Álvarez Montalván – Cultura Política Nicaragüense, p. 110 |
El 28 de febrero (1854), antes de terminar la creación y aprobación de la nueva constitución, la Asamblea Constituyente adelantó un corto decreto por el que 1) cambió el nombre de «Estado de Nicaragua» al de «República de Nicaragua»; 2) el jefe de la República se llamará «Presidente» en vez de «Director»; y 3) Nicaragua conserva su espíritu unionista entre los hermanos centroamericanos. 6A Esgueva
Para el 30 de abril de 1854, la Asamblea Constituyente sin la presencia de diputados liberales de oposición que estaban en la cárcel o en el exilio o escondidos, había redactado la nueva Constitución que se le mandó crear. Ese mismo día fue sancionada por el presidente Chamorro. Sin embargo, la historia no reconoce que entró en vigencia. Dice don Emilio Álvarez (Lejarza): «Aun antes de conocerse la Constitución de 54 Jerez y Castellón se lanzaron a la guerra. […] La Constitución de 1854 no se puso en vigor por haber estallado la Revolución de Mayo del propio año». 7 E Álvarez L
Según esta nueva constitución (la de 1854), el periodo presidencial sería de cuatro años en vez de dos; el Poder Ejecutivo quedaba facultado a reunir, organizar y dirigir la fuerza armada; levantar la fuerza militar que fuese necesaria para repeler una invasión y restablecer el orden. El Presidente quedaba facultado para designar al senador que deba desempeñar la presidencia en casos de ausencia temporal del titular, contraer deudas por empréstitos voluntarios o forzosos, allanar las casas en casos de disturbios, ocupar y registrar la correspondencia epistolar, arrestar y/o enviar a personas a otro domicilio lejano para la preservación del orden y seguridad del país.
Esa misma Asamblea Constituyente, antes de disolverse, nombró al propio Fruto Chamorro para servir el cargo de Presidente Provisorio para mientras se realizan las elecciones de acuerdo a la nueva constitución. Además, en vez de esperar la elección popular al tenor de esta nueva constitución, la Asamblea Constituyente también lo eligió presidente para el primer período constitucional del 1° de marzo de 1855 al 1° de marzo de 1859, algo así como «elección de futuro». 8 A Vega B
Suenan más tambores de guerra. Las tradicionales rencillas entre conservadores (timbucos de Granada) y liberales (calandracas de León), afloraron más y los liberales de occidente repudiaron la nueva constitución, así como todo lo actuado por el gobierno de don Fruto Chamorro. La relativa paz volvió a desvanecerse para iniciar una nueva guerra, ¡una más!, entre los liberales (ahora apodados democráticos, con una divisa roja) y los conservadores (ahora apodados legitimistas, con una divisa blanca). 9 JD Gámez